jueves, 5 de junio de 2014

Junio


A veces la vida se esconde entre archivadores. Descansa en papeles llenos de polvo, en carpetas olvidadas, sobre la pantalla del ordenador.

En ocasiones, el porvenir se cuela en la oficina, y te espera en un cajón disimulando entre la grapadora y un par de bolígrafos de publicidad.

La rutina, cuando menos te lo esperas, te hace un regalo. Y, entre llamada y llamada, la imaginación vuela. Y conservas una nota. Y relees los correos. Y todavía no sabes si sucederá.

Algunas veces, o siempre, lo cotidiano te sorprende. Y la felicidad huele a café. Cuando la impaciencia se convierte en paciencia. Cuando la amistad es algo más que amistad.

A veces, llega el mes de junio con sorpresas.

A veces, el verano se adelanta.

A veces, comenzamos un viaje sin maletas.

martes, 11 de marzo de 2014

Agradecida, y emocionada


Hoy me vendría muy bien poder utilizar esa expresión tan desvirtuada por su abuso en los discursos de Nochebuena de “me llena de orgullo y satisfacción…”. También podría recurrir a aquel “agradecida y emocionada” si no sonara en nuestra memoria musical desde hace treinta años, aunque yo hoy lo repetiría con la misma sonrisa resplandeciente con la que nos lo dedicaba una Lina Morgan cubierta de lentejuelas.

Sin embargo, la realidad es que desde hace semanas me encuentro  orgullosa, satisfecha, agradecida, y emocionada, pero también contenta, feliz, ilusionada, y sobre todo, privilegiada, por haber compartido un pequeño secreto con un grupo maravilloso de personas, amigos y compañeros.

Podría dar 180 motivos que no cabrían en garrafas y garrafas de 25 litros. Podría tratar de buscar 2.166 detalles y momentos para explicarlo, pero me quedaría tan corta, que prefiero no intentarlo. Si me ofrecieseis un lienzo de doce metros cuadrados, no me alcanzaría para contároslo. Ni siquiera si me intentaseis sonsacar con nuestros mejores caldos, con la esencia del fino, con el sabor del amontillado, con el aroma del oloroso, con la dulzura del cream, o con la textura del pedro ximénez, sería posible que os transmitiera ese momento cuando tras tantos nervios, incertidumbre, gestiones, y horas de montaje bajo las inclemencias del tiempo, tienes la oportunidad de subir a una tribuna reservada para muy pocos, para contemplar una obra de arte que sabes que en pocas horas va a desaparecer.

El misterio ya se ha desvelado, y podemos respirar tranquilos porque nuestro pacto de silencio, como no podía ser menos, ha llegado hasta el final. Muy pronto, el secreto que nos unía, recorrerá los cinco continentes. Podrá gustar, podrá no gustar, ojalá al menos despierte el interés de la mayoría por contemplarlo de cerca, y con una pequeñita parte al menos del cariño con el que está hecho.

Yo, sin dudarlo, me quedo con las horas compartidas, con la alegría y la ilusión que han invertido en este proyecto todos mis chicos. Y por supuesto, con las ganas de emprender, juntos, nuevas aventuras.

domingo, 2 de febrero de 2014

Cumplir 38 años



Cumplir 38 años será menos traumático  para mí porque tú me habrás allanado el camino. Contigo puedo anticiparme a todo lo bueno me espera en el futuro, porque vas por delante marcando el ritmo, aunque yo acelere el paso para alcanzarte.

Sé que mis 38 serán como los tuyos, casi adolescentes, distintos a todos los demás. Y que me permitirán disfrutar como tú me has enseñado, cada momento, por siete. Confiando en la Utopía. Presumiendo de ser desigual. Reivindicando que siempre, yo más. 

Y me alegraré de poder  disfrutar un año más junto al príncipe de la barba azul. Viviendo deprisa, porque la vida pasa de momento. Aprendiendo a alejarme, y a estar más cerca en la distancia.

Porque cuando me sienta mayor, siempre podré recuperar mi sonrisa en el fondo de escritorio.

Me has enseñado que un garaje puede ser el mejor escondite ante la rutina. Y que desde tu grúa, siempre se puede ver  el mar. Por eso, sigo intentando alcanzarte. Me llevas siete meses de adelanto, pero no te confíes. Recuerda que soy tu alumna aventajada (29 de junio de 2013)

domingo, 19 de enero de 2014

Después del temporal



Luce el sol después del temporal. La noche todavía ruge en mis oídos. El viento sopla, sin piedad, retándome, obligándome a esconderme en este domingo luminoso pero helado. Con una furia que remueve la conciencia, que despierta los temores, que  me enfrenta a mis remordimientos. Y hoy el vendaval me ha sacudido, me ha castigado con pesadillas, y me recuerda que ya no soy capaz de escribir. Que tengo pendiente despedirme de 2013, y que no he sido capaz de digerirlo aún. Que si bien sobreviví al huracán de sensaciones, todavía no he superado el vértigo. Un año que comenzó con tanto miedo… Trescientos sesenta y cinco días de tormenta, doce meses de furia, sintiéndome indefensa ante los elementos. Todo un año de incertidumbre. Todo un año de sueños. Todo un año en el que como hoy, sobre el viento, lucía el sol de enero, tan débil, tan pequeño.

martes, 8 de octubre de 2013

Mi cita con la felicidad


¿Alguna vez os habéis parado a pensar cuál fue vuestro primer momento de felicidad? Yo el primero del que soy consciente lo tengo perfectamente identificado, y lo recuerdo tan nítidamente como si hubiese ocurrido hace sólo un rato. Por ello, puedo revivirlo y disfrutarlo cada vez que me apetece. El primer momento de felicidad absoluta que conservo, surge de lo que ocurrió el 24 de agosto de 1983. Yo tenia siete años, y fui plenamente consciente de que estaba viviendo una experiencia mágica. Supe que la felicidad te nubla la vista, te transforma en alguien mejor, te hace llorar, y paraliza el tiempo en un segundo dulce, hermoso, eterno. 

Aquel momento de felicidad comenzó con una frase que auspiciaba que iba a ocurrir algo trascendental, único, como un volcán a punto de erupcionar, ardiente, inevitable: “niñas, coged unas bragas limpias que nos vamos”. Nos fuimos dos niñas, y volvimos tres. 

Hoy he vuelto a tener una cita con la felicidad absoluta. Y digo cita, porque la teníamos prevista desde hace algunos días, y era esta tarde, a partir de las ocho. En pocas ocasiones tienes tan claro que vas a vivir un momento inolvidable. Que tienes otro momento de felicidad dulce, hermoso, eterno, para guardar en tu caja del tesoro.

La felicidad ha acudido puntual a nuestra cita, en esta tarde de octubre, verano tardío de castañas, en una tarde tan eterna como intensa, en una tarde cualquiera. Y treinta años después, compruebo que la felicidad brilla exactamente igual, y mantiene la misma luz, la misma, con la que entonces,  lucía.

domingo, 4 de agosto de 2013

Tarde de agosto


Dormida, se me pasa una tarde más de agosto. Empapada en sudor, pasan las horas más largas del día, y yo daría cualquier cosa por un poco de agua. La cocina está tan lejos…y yo no sé si estoy en la cama, o en el sofá, o si me he acurrucado sobre la mesa del comedor, sólo sé que la temperatura se mantiene en ese último límite que aún te permite respirar, y que todavía son las cinco, o las seis…y que estoy atrapada en una nebulosa naranja de verano. 
 
Tu recuerdo intenta despertarme. Se me escapa una sonrisa, pero mis ojos no responden, sumergida en mi oscuridad somnolienta intento alargar la mano, buscar el móvil, pero estoy atrapada, porque es agosto, y hace calor, y yo me refugio en mi pereza, mientras cae la tarde, lenta, sin compasión, regodeándose, mirándome desde la ventana.

Lo siento, hace calor, es agosto, y ahora sólo puedo soñarte.

martes, 23 de julio de 2013

Manolo Estévez


Manolo Estévez celebró por todo lo alto sus treinta años de radio. Compartió con todos y cada uno de sus compañeros ese aniversario, desgranando cada anécdota, repitiendo una y otra vez cada detalle, con una sonrisa de niño feliz de ojos azules.  

En aquellos días, lo sorprendí en varias ocasiones ocupando mi ordenador. Aprovechaba cada vez que lo encontraba libre para mostrar a todo el que pasaba por el gabinete fotografías, anécdotas, sintonías antiguas. El tiempo se paraba en la sala de prensa porque perdían importancia las noticias del día. Y porque los más jóvenes, aunque no tan jóvenes como él, queríamos conocer cómo se hacía radio en los años ochenta, mientras nosotros nos prometíamos mantener esa ilusión que él nos transmitía, al menos, durante treinta años.

Cuando Manolo Estévez se puso por primera vez delante de un micrófono, yo hacía mis primeros garabatos en el colegio. Hoy, sigo aprendiendo a escribir cada día. Pero una lección que ya tengo asimilada es que las buenas noticias se celebran. Y por eso, yo también conmemoraré mis 30 años de profesión. Lo tengo apuntado en la agenda, será el 22 de marzo de 2029. Todavía me queda. Pero para entonces, también espero contarle a todo el que me quiera escuchar que me primera jornada laboral la viví con Soledad Duro, David Sánchez, Alejandro Medina, Fernando Rufo, Juande Corzo, y Agustín Álvarez. Después llegaron Elena Carmona y Fran Pereira. Y poco más tarde, para consolidar esa pequeña familia que habitaba en el Edificio Diplomático de El Puerto, tuvimos la suerte de recibir a Josefina Escudero, y a Adolfo Álvaro.

Cuando llegue ese día, me acordaré de Manolo Estévez. Que viva la buena gente, que viva la gente buena.