Dos
corazones acompasan su ritmo dentro de un mismo cuerpo. Los latidos se solapan
para que la sangre compartida pueda obrar el milagro. Te imagino nadando en tu
pecera redonda, caliente y escondida. Esencia inmaculada, dulce, permaneces escuchando susurros, sintiendo
caricias cuando te balanceas, intuyendo que cada movimiento despierta una
emoción, y que alguien te espera.
Ojalá
pudiera decirte que no tengas miedo cuando se contraiga tu cueva, cuando escuches
gritos de dolor y culmine la calma que hoy te mece. Cuando se abra la puerta a un mundo desconocido
sentirás unos segundos de frío, y descubrirás que tienes voz. No temas nada.
Enseguida reconocerás el olor de un pecho cálido, y descubrirás risas
familiares.
Al
principio se te va a hacer un poco extraño, pero tus padres te esperan con
tanta ilusión, que ya verás qué recibimiento. Con ellos, aprenderás a disfrutar
desde el primer segundo de esta nueva experiencia. Llegas a las mejores manos
que te puedas imaginar.
Así
que no te preocupes por nada, aquí fuera no se está tan mal. Tu casa te va a gustar
mucho, ya lo verás. Allí el árbol de Navidad sigue puesto en primavera. A mí me
vas a tener muy cerquita para lo que quieras, y cuando sepas, también para
hablar. Yo a tí te hablaré mucho, desde el primer día. Tengo tanto que
contarte, que he necesitado empezar a hacerlo ya.