domingo, 28 de abril de 2013

Dieciséis semanas


Dos corazones acompasan su ritmo dentro de un mismo cuerpo. Los latidos se solapan para que la sangre compartida pueda obrar el milagro. Te imagino nadando en tu pecera redonda, caliente y escondida. Esencia inmaculada, dulce, permaneces escuchando susurros, sintiendo caricias cuando te balanceas, intuyendo que cada movimiento despierta una emoción, y que alguien te espera.

Ojalá pudiera decirte que no tengas miedo cuando se contraiga tu cueva, cuando escuches gritos de dolor y culmine la calma que hoy te mece.  Cuando se abra la puerta a un mundo desconocido sentirás unos segundos de frío, y descubrirás que tienes voz. No temas nada. Enseguida reconocerás el olor de un pecho cálido, y descubrirás risas familiares.

Al principio se te va a hacer un poco extraño, pero tus padres te esperan con tanta ilusión, que ya verás qué recibimiento. Con ellos, aprenderás a disfrutar desde el primer segundo de esta nueva experiencia. Llegas a las mejores manos que te puedas imaginar.

Así que no te preocupes por nada, aquí fuera no se está tan mal. Tu casa te va a gustar mucho, ya lo verás. Allí el árbol de Navidad sigue puesto en primavera. A mí me vas a tener muy cerquita para lo que quieras, y cuando sepas, también para hablar. Yo a tí te hablaré mucho, desde el primer día. Tengo tanto que contarte, que he necesitado empezar a hacerlo ya.