domingo, 30 de diciembre de 2012

2012

El nacimiento de un tesorito con nombre de rey medieval. Una boda bajo la lluvia de abril. Tortilla de patatas para desayunar en las Fallas. Sushi y cuscús en el 3º E. Tardes de Risk y Catán. El Peine del Viento. Descubrir que las rimas tienen un porqué en la alpujarra granaína. Esperar, con Bruce, un día soleado en Sevilla. Estrenar blog. Conocer la energía del amor incondicional, y poder compartirla. Encontrar ‘Una botella en el mar de Gaza’. Quedarme muda con ‘The artist’. ‘Si tú me dices ven, lo dejo todo, pero dime ven’. Y ‘Saber perder’. Descubrir twitter y risas nuevas #inventandohashtags. Barcelona, y celebrar los cincuenta años más jóvenes del mundo. Subir la escalera de Gaudí, y que el sueño se cumpla. Mi jardín en minitatura en el balcón. Un primer aniversario de color, y calor. Tener un colegio nuevo para estrenar. Las noches que no se pueden contar. Cumplir los 36… perdiéndole el miedo a los 37. Amigos nuevos, amigos recuperados, y los amigos de siempre. Tener ganas de quedarme con lo bueno. Y seguir aquí para contarlo.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Feliz Navidad


24 de diciembre. 37 grados en la calle. Ubong acaba de despertar, pero no tiene grandes planes. Nadie lo espera para comer y hoy, probablemente, será un día más sin grandes sorpresas.

No recuerda cuánto tiempo lleva en la calle, pero está ya acostumbrado a esta nueva rutina en la que se convirtió su vida cuando abandonó el orfanato. Allí nada era demasiado especial, pero estaba acompañado. Vivía con muchos otros niños con los que compartía su afán de supervivencia y travesuras para compensar cualquier carencia.

Aquella vida, en la que pasaba las horas muertas en un patio de tierra  sin mucho que hacer, acabó cuando fue expulsado y se encontró en la calle.

Todavía no sabe bien qué pasó. En Nigeria, no es complicado que un niño sea rechazado por acusaciones de brujería. O incluso, de homosexualidad. Son niños que hoy sobreviven en las calles, y que a pesar de todo, comparten juegos y en ocasiones, hasta risas.  Ezequiel tiene 9 años, Esther 12, Comfort 11, Kingsley 12… Ubong en cambio no sabe cuántos años tiene.  Pero está acostumbrado a no saber muchas cosas.

Los niños de la calle reciben con frecuencia la visita de Williams. Williams les habla de un grupo de españoles que durante un año compartieron penas y alegrías en Calabar, y que trabajan para hacerles llegar al menos una mínima parte de la atención sanitaria y formación educativa que cualquier niño del mundo debería tener asegurada.

Ubong últimamente ni siquiera quiere ver a Williams. Está desaparecido y no da señales de vida. Pero recuerda a todos y cada uno de esos chicos y chicas que llegaron con canciones, cuadernos y lápices de colores. Una vez le pidieron que dibujase una tarjeta de cumpleaños que llegó directamente hasta Jerez. Es amarilla. La tarjeta de felicitación más bonita que nadie podría recibir. Él, a cambio, pidió unos calcetines y una camiseta interior.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Hoy...sí toca hablar de Periodismo

Desde el principio me he planteado que este blog no iba a ir sobre Periodismo. Pues poco voy a tardar en saltarme este requisito. Después de varios días resistiéndome...esta entrada va dedicada a mis compañeros de profesión.

La situación está llegando a un extremo tan crítico que, desgraciadamente, empezamos a ser noticia. Se acabó aquello de que "el diario no hablaba de tí, ni de mí", que yo siempre he querido pensar que Sabina nos dedicaba. La semana pasada, el 'Informe Anual de la Profesión Periodística' de la Asociación de la Prensa de Madrid hacía saltar todas las alarmas: lo que todos conocemos y vivimos a nivel local, traducido a porcentajes nacionales.

A nivel personal, es duro enterarte cualquier día de repente que un compañero se ha quedado sin empleo. Todos conocemos a los últimos afectados en Jerez, amigos que, cámara al hombro, nos han alegrado ruedas de prensa, reuniones, horas de espera, y han destacado, aparte de por su trabajo, por su nobleza y por ser los mejores representantes de la buena gente que tenemos en esta profesión.

A nivel periodístico, analizas ese drama, multiplicado por los miles de afectados por la situación... y te da vértigo.

Por ello, en días como los que vivimos, es obligado hacerse eco de las buenas noticias, de las alternativas a la crisis, de los esfuerzos que se están realizando por parte de tantos profesionales que están apostanto por el futuro de la profesión.

Estas líneas son hoy mi pequeño homenaje a los compañeros que han perdido su empleo; a los que se buscan la vida creando nuevos soportes y espacios de comunicación; a los que sufren cada día el temor a un ERE o al resultado de un concurso de acreedores; a todos los que en Andalucía, han impulsado la constitución de un Colegio de Periodistas; a los que este fin de semana se han reunido en Osuna para crear 'Se buscan periodistas'; a los jóvenes que, a pesar de todo, no pierden la ilusión de seguir estudiando Periodismo; a los que la edad no les quita las ganas de formarse, de ampliar conocimientos, de buscar nuevos yacimientos de empleo.

Por todos ellos, este jueves tenemos un buen motivo para acudir a Barbadillo a disfrutar de la comida de Navidad de la APJ. Este jueves, tenemos que brindar juntos porque el 2013 sea, por fin, un poquito mejor, y volver a reivindicar que sin periodistas, no hay periodismo, y sin periodismo, no hay democracia.

lunes, 10 de diciembre de 2012

¡Mira, mira, mira! (hoy no ha sido un día de perros)

A mi abuela Paca le encantaban los gorriones. Estaba en una silla de ruedas, y pasaba la mayor parte del día frente a una cristalera que daba a un patio interior. No hablaba mucho, pasaba las horas sin que nada despertase demasiado su interés, pero de repente se le iluminaba la cara y decía: ¡mira, mira, mira!,  cuando aparecía un gorrión al sol. Le pasaba lo mismo con las lagartijas. Había momentos en que se ilusionaba tanto con estas breves apariciones que te contaba historias de gorriones y lagartijas de su niñez, de los que había cuidado en una caja de zapatos, los que habían entrado en casa, o los que simplemente se habían asomado a su vida durante breves segundos brillantes.

Recuerdo esos momentos con mi abuela porque me hicieron prometerme que iba a reivindicar y reconocer todos mis pequeños instantes de felicidad, esos que llegan a la vez con tanta intensidad como urgencia.

Hoy, una vez más, he faltado a mi palabra. Me he recreado en cada contratiempo, me he rebelado contra mi vida diaria, he pecado de ira y de soberbia, y he llegado al egoísmo absoluto de preguntarme con desesperación... ¿ni un sola cosa me puede salir bien hoy???

Lo peor de todo es que no puedo decir que haya sido un día de perros, porque a mi abuela le encantaban los perros. De hecho, su mastina me enseñó a andar. También le gustaban las tortas de Inés Rosales. Esta mañana las he visto en el mostrador del Adeli y me he acordado de ella. Creo que era una señal. Mañana tengo claro lo que voy a desayunar.